La Virgen María Y El Judaísmo

 
 

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Con este icono, el artista, el fraile Franciscano Robert Lentz, quiere recordar a la gente que María y Jesús eran Judíos. Esto es obvio cuando lees la Biblia y aun así la gente parece querer olvidarlo. Los Cristianos que honran la identidad Judía de Jesús, María y los apóstoles, también honran a sus hermanos Judíos contemporáneos. Si, al contrario, ignoramos que María y Jesús eran Judíos, permitimos que crezca el antisemitismo. El hermano Robert Lentz pinta a María con una estrella de David como la que los Nazis hacían llevar a los judíos, y con alambre de espino. Ciertamente, María y Jesús habrían sido asesinados si hubiesen vivido al alcance del Tercer Reich. El título en Hebreo de este icono se lee ‘Hija Cautiva de Sión”, y está tomado de Isaías 52.2.

Los Judíos aceptan a María como una madre Judía más, o a Jesús como a un hijo de Judío cualquiera, que podría haber sido el Mesías – pero que no lo fue, por lo que a ellos respecta-. En general no tienen interés en María – o mejor dicho Miriam (El nombre Hebreo Miriam se convirtió en María en Latín y en Mary en Inglés).

Los Cristianos en cambio, siempre han tenido un gran interés en relacionar a María y a Jesús a la Biblia y tradición Hebreas, aunque de un modo que no es apreciado por los Judíos, pues María y Jesús iban a remplazar las cosas tenidas por más sagradas por los Israelitas. María iba a ser la nueva arca de la alianza, Jesús el nuevo templo. Ambos iban a encarnar la Sabiduría de Dios descrita en la Biblia Hebrea.

La Madre de Dios Cristiana y la Diosa Madre Judía

El Judaísmo místico tiene mucho que decir sobre la cara femenina de Dios, llamada Shekhinah. Creció a partir de la Biblia Hebrea (que los Cristianos llaman Antiguo Testamento) y más tarde a partir de la experiencia e imaginación Judías posteriores, del mismo modo que María, la Madre de Dios, creció a partir de la Biblia y la experiencia e imaginación Cristianas posteriores. Pueden trazarse algunos paralelismos.

Shekinah significa ‘habitando en el mundo’, inmanencia de Dios. Una rama de los místicos Judíos, los Cabalistas, tomaron esta inmanencia, La Señora Sabiduría, y el Espíritu Santo, y crearon a partir de ellos La Diosa Madre, la novia del Padre. Ella representa la totalidad del discurso divino – El Mundo, si ustedes quieren. Ella es su novia en el cielo, pero también en la tierra, porque ella se ató a sí misma a la gente, a la que Dios escogió para desposar.

Como Cristo es Dios hecho humano, ella se hizo también como nosotros para que Dios pudiera estar cerca de sus hijos y guiarnos de retorno a casa. La Diosa Madre amaba a sus hijos tanto, que dejó a Dios Padre en el cielo y descendió para estar con sus hijos, siguiéndolos en el exilio. La gente la veía vagando por las comunidades de sus hijos refugiados exiliados, por la noche, vestida de negro gimiendo en voz alta de dolor. Ella grita por el sufrimiento de sus hijos, por el pecado de la humanidad que la hizo dejar el abrazo de su novio, y por su separación del él.

La imagen me recuerda a la madre dolorosa, la Virgen María triste, llorando no sólo por su hijo Jesús, sino por todos sus hijos, con su corazón atravesado con siete dolores. Shekhinah dejando su morada celestial para estar con sus hijos en el exilio también recuerda a Jesús “quien, existiendo en la forma de Dios, no reputó codiciable tesoro mantenerse al igual con Dios, sino que se anonadó, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres; y en la condición de hombre” (Filipenses 2:6-7)

Según la Cábala, nadie puede llegar a Dios si no es a través de Shekhinah. Ella es para los Cabalistas lo que Jesús es para los Cristianos y lo que María es para sus devotos. El Zohar, el mayor clásico de la literatura Cabalística dice “Shekhinah es la apertura a lo Divino: ‘Quienquiera que entre debe entrar por esta puerta’”.¹ Suena mucho como Jesús en Juan 14:6 “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. Pero María también es llamada la Puerta del Cielo.

El personaje cabalístico de Shekhinah se desarrolló a lo largo de los siglos. Una vez que hubo tomado forma humana, gradualmente vino a representar todos los aspectos de lo femenino: la casta virgen y la prostituta promiscua, la madre nutriente y el demonio sediento de sangre, la reina poderosa y el refugiado marginado.²

Esta es la principal diferencia entre la Diosa Madre Judía y la Madre de Dios Cristiana: Shekhinah tiene unos aspectos demoníaco y sexual, que están ausentes casi completamente en María. Como una esposa y madre era vista como una representación terrenal de Shekhinah, los Cabalistas se sentían alentados a tener “sexo kosher”. Uniendo lo femenino y lo masculino de una forma pura, aquí en la tierra, estaban ayudando además a Dios el Padre y la Madre a reunirse también en el cielo.³ El sexo puro tenía que ser alegre pero casto. I.e. había que estar casado, tenía que ser después de media noche, en la oscuridad más negra, no se podía estar desnudo, ni portarse como una prostituta o como un animal.⁴

En tanto Shekhinah y la feminidad pura se hacían más y más poderosas en las mentes de los hombres, los hijos de Adán se asustaron. Un principio femenino poderoso resultaba intrigante al principio, pero cuando amenazaba con hacerse incontrolable por los hombres, cuando se resistía a la subordinación, los hombres se apresuraron a “ponerlo en su sitio”. ¿Cómo? Pues demonizaron la feminidad independientemente poderosa. Alegaron que no sólo las mujeres, sino incluso la Diosa Madre tenía una tendencia a caer desde un estado divino en uno demoníaco cuando no estaba contenta de estar subordinada a los masculino. Cuando Shekhinah cae, se convierte en Lillith, el demonio que se supone que fue la primera mujer, pero que fue exiliada al reino de los demonios cuando se negó a yacer bajo Adán durante el acto sexual.

Para ser justo, Dios Padre también podía caer en estados demoníacos cuando perdía a su novia divina y se apegaba él mismo a la sombra demoníaca de ella (*5). Lo masculino y lo femenino sólo podían ser divinos cuando estaban juntos y en equilibrio. Desafortunadamente, relaciones de género equilibradas en la mente patriarcal (sea Judía o cualquier otra) no significa igualdad, sino que lo femenino está contento con su subordinación bajo lo masculino.

Demonizar a la Madre divina cuando sale fuera del control de los hombres, me recuerda al trato de la Iglesia Católica con las apariciones Marianas. Se han adaptado muy bien a controlar a la Madre de Dios. Si ella dice algo que no está conforme con la doctrina de la iglesia o si critica a un obispo, es inmediatamente calificada como una aparición del diablo en vez de Dios o, si se sienten generosos, se le concede un periodo de prueba para ver si ella aprende a comportarse.

Seguramente resulta duro permitir a Dios que nos controle. Todos preferiríamos que fuese al revés.


1. versículo 1:7b del Zohar, The Book of Enlightenment -El libro de la Iluminación-, traducido por Daniel Matt, Paulist Press, Ramsey, N.J.: 1983, p.37.

2. Raphael Patai asegura que ella heredó todos estos títulos de las antiguas diosas del cercano oriente. En, The Hebrew Goddess-La Diosa Hebrea-, Ktav Publishing House, New York: 1967, pp. 187 – 190.

3. Rabbi Leah Novick, Encountering the Shechinah, The Jewish Goddess-Encontrando la Shechinah, La Diosa Judía-, in: Shilrey Nicholson, The Goddess Re-Awakening: the Feminine Principle Today, Theosophical Publishing House, Wheaton, Ill: 1989, p. 208

4. Raphael Patai, op. cit. p. 265 and Isaiah Tishby, The Wisdom of the Zohar: An Anthology of Texts-La Sabiduría de Zohar: una Antología de Textos-, Vol III, p. 1394.

5. Raphael Patai, op. cit. p. 239

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