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TEMA 20

LA VIRGEN MARIA

MARÍA, NUESTRA MADRE

Tenemos que preguntarnos, ante todo, si llamar “madre” a María, es una mera metáfora o
es una realidad. La Iglesia ha visto en las palabras de Cristo en la cruz –"Mujer, ahí tienes a
tu hijo" (Jn 19,25)— la proclamación de la maternidad espiritual de María para con todos
nosotros, que estábamos representados en San Juan, el discípulo amado.
María es nuestra madre porque es madre de Jesús. Nuestra unión con Jesús es íntima y
misteriosa; de forma que Cristo es nuestra “cabeza” y nosotros somos su “cuerpo”. Por eso
María no puede ser solo madre de la cabeza, sino que también es madre de todo el “cuerpo
místico”, que formamos la Iglesia.
En la medida en que el Espíritu Santo nos une a Cristo, hermanándonos con él, María nos
ama en Cristo como miembros que somos de su cuerpo. María no puede dejar de amar con
amor maternal a los que estamos hermanados con su Hijo.
María fue el camino elegido por Dios para llegar hasta nosotros. Y, a su vez, es el camino
elegido para que nosotros lleguemos hasta Dios. Por eso cabe decir. "No puede tener a Dios
por padre quien no tiene a María por madre".

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+ ¿Te parece que en nuestros días la fe en Maria es excesivamente sensiblera y sentimental, o por el contrario,
se habla poco de Ella y nuestra religiosidad peca, más bien, de frialdad y falta de corazón?

MARÍA, NUESTRO MODELO

María es una clave de comprensión del evangelio, porque en ella se cumplen aquellas palabras de
Cristo: "Yo te bendigo, Padre, porque estas cosas no se las has revelado a la gente que se las da de inteligente,
sino a los sencillos de corazón". Esta es la clave: Dios la eligió porque es el modelo de sencillez de corazón. En
esa sencillez se encierra la "sabiduría del pobre" que todo lo espera de Dios.
María estaba dispuesta a vivir su fidelidad, su soledad, en medio de incomprensiones porque sabía que
Dios se alía, no con los poderosos y los fuertes, sino con los pequeños (Lc 1,52); con aquellos que,
desconfiando de las posibilidades humanas de salvación, lo esperan todo de Dios. Esta es la sabiduría del pobre,
la sabiduría de quien deja a Dios el juicio de salvación; la sabiduría de quien se siente pequeño, pero salvado y
elegido por la fuerza de Dios. Es la sabiduría del pobre, la del que no se inmuta ni por el fracaso ni por el
triunfo; la sabiduría de quien prefiere la soledad y la incomprensión a traicionar su promesa de fidelidad.
Pero la fe de María no fue fácil. Ella tuvo que ir descubriendo, poco a poco, que la vocación de su hijo
pasaba por la cruz. Y esto puso a prueba la fe de María, porque a cualquier madre le duele el sufrimiento de su
hijo. Pero María no dudó, ni vaciló, ni siquiera cuando sostuvo el cuerpo muerto de su Hijo al pie de la cruz.
Por el contrario, mantuvo siempre la esperanza en Dios, confiando en que la promesa de salvación había de
cumplirse.

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+ ¿Qué cualidades de María crees más importantes para imitar?
MARÍA INTERCEDE Y ORA

La vida de María fue una vida de oración. Pero es consolador


saber que, también ahora, lo sigue siendo. En efecto, Ella intercede en
todo momento por nosotros en el cielo. Por eso la invocamos con títulos
como Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora, etc.
Es significativa la gran cantidad de lugares en los que se han
producido apariciones marianas. Es cierto que la Iglesia no se
compromete sobre la veracidad de todas esas apariciones; pero en los
casos en los que tiene mayor seguridad, emite un juicio de aprobación.
Los mensajes de María en Lourdes o en Fátima, como en tantos otros
lugares, han sido similares: "Hacer oración y sacrificio". Parece como si
María estuviese especialmente presente en esta etapa final del segundo
milenio, queriendo conducirnos, y avisándonos de los peligros.

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+ ¿Qué sabes de las apariciones de Lourdes o de Fátima, o de otros
lugares en los que María se ha manifestado?

LA DEVOCION A MARIA

La devoción a María tiene que tener algunas actitudes que son clave:

A) Veneración. A María no la adoramos, sino que la veneramos. No debemos dirigirnos a María como si fuese
Dios, ya que es una criatura suya, pero tiene una dignidad única: la de ser madre de Dios y cooperadora de
Cristo en la obra de la redención. S. Agustín la saluda así: "Oh bienaventurada María, verdaderamente dig-
nísima de toda alabanza, oh Virgen gloriosa, madre de Dios, oh madre sublime, en cuyo vientre estuvo el autor
del cielo y de la tierra".
B) Amor Filial. ¡Con qué devoción invocaba S. Ambrosio la maternidad de María!: "La madre de mi Dios es
mi madre." No debemos avergonzarnos de presentarnos como niños ante María, porque, precisamente, Jesús
nos dijo: "si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mc 10,15)
C) Imitación. ¡Tenemos tantas virtudes a imitar en María!: la fe y la dócil aceptación de la palabra de Dios, la
obediencia sin condiciones, la sincera humildad, la caridad sin reservas, el corazón agradecido a Dios, la
fortaleza de alma en la prueba, la pobreza llena de dignidad y de confianza puesta en Dios, el vigilante cuidado
de su Hijo desde la cuna hasta la cruz, la delicadeza, la pureza virginal, el amor conyugal fuerte y casto, etc...
D) Invocación. Los cristianos debemos de invocarla con la mayor frecuencia posible, viviendo el lema de San
Juan Pablo II "Totus tuus" (somos plenamente de María). Ella tiene ante Cristo una intercesión cualificada.
Recurrir a Ella es como presentar nuestras suplicas ante Dios, adornándolas en el más hermoso de los
envoltorios. En el siglo III, los cristianos recurrían ya a María con la siguiente oración:
«Bajo tu amparo nos acogemos,/ Santa Madre de Dios./ No desoigas la oración/ de tus hijos necesitados./
Líbranos de todo peligro,/ Virgen gloriosa y bendita.»

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+ ¿Cómo es tu oración a María? ¿Te sirves de María para llegar a Jesús?
+ ¿Qué conoces del Rosario?

PARA PROFUNDIZAR EN ESTE TEMA

+ ¿No es escandaloso llamar a María “Madre de Dios”? Consulta Youcat nº 82.


+ ¿Qué significa la “Inmaculada Concepción de María”? Consulta Youcat nº 83.
+ ¿Fue María únicamente un instrumento de Dios? Consulta Youcat nº 84.
+ ¿Por qué María es también nuestra madre? Consulta Youcat nº 85.

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